jueves, 26 de mayo de 2011

Propuesta didáctica

Propuesta didáctica

domingo, 15 de mayo de 2011

Lenguaje y pensamiento

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Desarrollo del lenguaje (Vygostky)

Desarrollo Del Lenguaje Vygotsky

El lenguaje y el pensamiento en el niños (Jean Piaget)

El lenguaje y el pensamiento en el niño (Jean Piaget)

sábado, 14 de mayo de 2011

La teoría de Stern sobre el desarrollo del lenguaje

LA TEORÍA DE STERN SOBRE EL DESARROLLO DEL LENGUAJE
Stern distingue tres raíces del lenguaje: la tendencia expresiva, la social y la "intencional". Mientras las dos primeras sustentan también los fundamentos del habla observados en los animales, la tercera es específicamente humana. Define la intencionalidad en el sentido de una dirección indesviable hacia un cierto contenido o significado. "En una determinada etapa de su desarrollo psíquico.", dice, "el hombre adquiere la habilidad de dar a entender algo, de referirse a algo objetivo cuando articula sonidos". En esencia, tales actos intencionales son también actos de pensamiento, su aparición denota intelectualización y objetivación del lenguaje.
De acuerdo con un cierto número de autores, que representan la nueva psicología del pensamiento, aunque en menor grado, Stern enfatiza la importancia del factor lógico en el desarrollo del lenguaje.
No tenemos objeciones que hacer a la afirmación de que el lenguaje humano avanzado posee significado objetivo, y por lo tanto presupone un cierto nivel de desarrollo del pensamiento, y estamos de acuerdo en que es necesario tener en cuenta la estrecha relación que existe entre el lenguaje y el pensamiento lógico; pero el problema es que Stern considera la intencionalidad una característica del lenguaje avanzado, que reclama una explicación genética (cómo ingresa en el proceso evolutivo), como una de las raíces del desarrollo del lenguaje, una fuerza directriz, una tendencia innata, casi una urgencia, sea como fuere, algo primordial, en un pie de igualdad, genéticamente, con las tendencias expresivas y comunicativas -que también tienen su fundamento en los comienzos del habla. Al considerar la intencionalidad en esta forma (die 'intentionale' Triebfeder des Sprachdranges) sustituye una explicación intelectualista por una genética.
Este método de "explicar" algo por medio de lo mismo que necesita explicación es la falla básica de las teorías intelectualistas y de la de Stern en particular -de aquí surge su vaciedad general y su cualidad antigenética (características que pertenecen al lenguaje avanzado son relegadas a sus comienzos). Stern contesta a la pregunta de por qué y cómo el lenguaje adquiere significado diciendo: a partir de su tendencia intencional, o sea, la tendencia hacia el significado. Esto nos recuerda al físico de Moliere que explicaba el efecto soporífero del opio por sus propiedades soporíferas.
Considerando la famosa descripción de Stern del gran descubrimiento hecho por el niño a la edad de un año o dos, podemos observar a qué exageraciones conduce la sobre enfatización de los aspectos lógicos. A esa edad el niño se da cuenta primero de que cada objeto tiene su símbolo permanente, un patrón de sonido que lo identifica, es decir, que cada cosa tiene un nombre. Cree que un niño en su segundo año puede haber tomado conocimiento de los símbolos y de la necesidad de ellos, y considera este descubrimiento también como un proceso de pensamiento en su exacto sentido: "La comprensión de la relación entre signo y significado que comienza a mostrarse al niño en este punto es algo diferente, en principio, del simple uso de sonidos-imágenes, objetos-imágenes y sus asociaciones. Y el requerimiento de que cada objeto, de cualquier tipo que sea, tenga su nombre puede ser considerado una verdadera generalización hecha por el niño -posiblemente la primera."
¿Existen fundamentos fácticos o teóricos para afirmar que un niño de un año o dos posee el conocimiento de la función simbólica del lenguaje, y la conciencia de una regla, de un concepto general? Todos los estudios realizados en los últimos veinte años sugieren una respuesta negativa a esta pregunta.
Todo lo que conocemos sobre la mentalidad del niño de un año y medio o dos se opone a la idea de que es capaz de tan complejas operaciones intelectuales. Tanto los estudios de observación como los experimentales indican que sólo más tarde aprende la relación entre signo y significado, o el uso funcional de los signos; esto está bastante lejos del alcance de un niño de dos años. Además, las investigaciones experimentales sistemáticas han mostrado que la captación de la relación entre signo y significado, y la transición hacia el operar con los primeros, no resulta nunca un descubrimiento instantáneo o una invención realizada por el niño. Stern cree que el niño descubre el significado del lenguaje de una vez y para siempre. En realidad, éste es un proceso en extremo complejo que tiene "su historia natural" (sus comienzos y formas transicionales en los más primitivos niveles de desarrollo) y también su "historia cultural" (nuevamente con sus propias series de fases, su propio crecimiento cuantitativo, cualitativo y funciones, sus propias leyes y dinámica).
Stern ignora virtualmente los intrincados caminos que conducen a la maduración de la función significativa; su concepción del desarrollo lingüístico está inmensamente simplificada. El niño descubre súbitamente que el lenguaje tiene significado: tal explicación de cómo el lenguaje se hace significativo merece incluirse realmente en un grupo junto con la teoría de la invención deliberada del habla, la teoría racionalista del contrato social y otras famosas teorías intelectualistas. Todas ellas hacen caso omiso de las realidades genéticas y no explican verdaderamente nada.
En cuanto a los hechos que toma en cuenta, lo teoría de Stern tampoco resulta consistente. Wallon, Koffka, Piaget, Delacroix y muchos otros, en sus estudios realizados con niños normales, y K. Bühler con sordomudos, se encontraron con lo siguiente: 1) que el descubrimiento por parte del niño de la unión entre palabra y objeto no conduce inmediatamente a un conocimiento claro de la relación simbólica del signo y su referente característica del pensamiento bien desarrollado, que la palabra durante un largo tiempo aparece ante el niño como un atributo o una propiedad del objeto más que como un simple signo, que el niño aprehende antes la estructura externa del objeto-palabra que la relación interna signo-referente; y 2) que el descubrimiento hecho por el niño no es realmente súbito y no puede ser definido el instante exacto en que ocurre. Una serie de largos y complicados cambios "moleculares" conducen hacia el momento crítico en el desarrollo del lenguaje.
Después de 20 años de haber sido publicado su primer estudio la observación básica de Stern siguió considerándose correcta: se da realmente un momento de descubrimiento que o simple vista pasa desapercibido. El punto decisivo en el desarrollo lingüístico, cultural e intelectual, descubierto por este autor, existe realmente, aunque su error consiste en haberlo interpretado en forma intelectualista. Él pone de relieve dos síntomas objetivos de la existencia de este cambio crítico; la aparición de preguntas sobre nombres de objetos y los sostenidos aumentos resultantes en el vocabulario del niño, ambos de fundamental importancia para el desarrollo del habla.
Le búsqueda activa de palabras por parte del niño, que no tiene analogías con el desarrollo del "habla" en los animales, indica una nueva fase en su progreso lingüístico. Es en este tiempo que (citando a Pavlov) emerge para el niño el "grandioso sistema de señales del lenguaje" de entre la masa de todos los otros signos y asume una función específica en la conducta. Haber establecido este hecho sobre una base firme de síntomas objetivos es uno de los grandes logros de Stern.
Lo más notable de todo esto es la brecha que abre su explicación.
En contraste con las otras dos raíces del lenguaje, la expresiva y la comunicativa, cuyo desarrollo ha sido trazado desde los animales sociales que se encuentran en lo más bajo de la escala hasta los antropoides y el hombre, la "tendencia intencional" no aparece fuera de aquí en ninguna otra parte, no tiene historia ni derivación. De acuerdo a Stern es básica, primordial, surge espontánea y "definitivamente". Ésta es la propensión que facilita al niño el descubrimiento de la función del lenguaje por medio de una operación puramente lógica.
Sin duda, para decir esto Stern no empleó tantas palabras. Él se comprometió en polémicas no sólo con los proponentes de teorías anti intelectualistas que consideraron los comienzos del lenguaje en el niño desde el punto de vista afectivo-conativo exclusivamente, sino también con aquellos psicólogos que exageraron el valor de la capacidad de los niños para el pensamiento lógico. Stern no repite este error, pero comete uno más grave al asignar a la inteligencia una posición casi metafísica de primacía, considerándola el origen, la causa primera e inanalizable del lenguaje significativo.
Paradójicamente, un intelectualismo de este tipo resulta especialmente inadecuado en el estudio de los procesos intelectuales, que a primera vista parecían ser su legítima esfera de aplicación. Se podría esperar, por ejemplo, que cuando la significación del lenguaje se considerara como el resultado de una operación intelectual, esto esparciría mucha luz sobre la relación entre habla y pensamiento. En realidad, tal enfoque, al considerar como lo hace, una inteligencia ya formada, pone trabas a una investigación sobre las interacciones dialécticas que se producen entre inteligencia y lenguaje. El modo en que Stern trata este aspecto cardinal del problema está plagado de inconsistencias y constituye la parte más vulnerable de su libro.
Apenas se ocupa de tópicos tan importantes como lenguaje interiorizado y su surgimiento y relación con el pensamiento. Analiza los resultados de las investigaciones de Piaget sobre lenguaje egocéntrico solamente en su discusión sobre las conversaciones de los niños ignorando las funciones, la estructura y la significación de esta forma de lenguaje. Asimismo, no se ocupa de los complejos cambios funcionales y estructurales en relación con el pensamiento y desarrollo del lenguaje.
Aun cuando Stern nos brinda una correcta caracterización de los fenómenos evolutivos, su marco teórico le impide sacar las conclusiones obvias que le proveen sus propias observaciones. En ningún otro tema, este hecho resulta más aparente que cuando fracasa al considerar las implicaciones de su propia "traducción" de las primeras palabras del niño como pertenecientes al lenguaje adulto. La interpretación dada a las primeras palabras del niño es la piedra de toque de todas las teorías del lenguaje infantil, es el punto central en el que se encuentran y se cruzan todas las teorías modernas del lenguaje. Se podría decir sin exageración que la estructura total de esta teoría está determinada por la interpretación de las primeras palabras del niño.
Stern cree que no pueden ser interpretadas ni desde una perspectiva puramente intelectualista o únicamente afectiva-volitiva. Reconoce el mérito de Meumann al oponerse a la teoría intelectualista que establece que las primeras palabras del niño designan realmente los objetos como tales. Sin embargo, no comparte el supuesto del mismo autor que afirma que las palabras son simplemente expresiones de emociones y deseos. A través del análisis de situaciones en las cuales aparecen, él demuestra de modo bastante concluyente que estas palabras contienen también una cierta dirección hacia un objeto, y que esta "referencia objetiva" o función de señalamiento, con frecuencia, "predomina sobre el tono moderadamente emocional".
Stern interpreta así las primeras palabras: "El infantil mamá trasladado al lenguaje más avanzado no significa sólo la palabra "madre", sino una oración semejante a "mamá, ven aquí", o "mamá, ponme en la silla", o "ayúdame, mamá".
Sin embargo, cuando observamos al niño en acción nos darnos cuenta sin lugar a dudas, que no es sólo la palabra mamá la que significa "mamá, ponme en la silla" sino todo el comportamiento del niño en ese momento (querer llegar hasta la silla, intentar asirse a ella, etc.). Aquí, la dirección "afectiva-conativa" hacia un objeto (para usar los términos de Meumann) es aún inseparable de la "tendencia intencional" del habla: las dos son todavía un todo homogéneo, y la correcta interpretación de mamá o de cualquiera de las primeras palabras, es considerarlas como gestos indicadores. La palabra es primero un sustituto convencional del gesto y aparece mucho antes del crucial "descubrimiento del lenguaje" realizado por el niño, y antes de que sea capaz de realizar operaciones lógicas. El mismo Stern admite la función mediatizadora de los gestos, especialmente la de señalamiento, al establecer el significado de las primeras palabras. La conclusión ineludible sería que ese señalamiento es, de hecho, un precursor de la "tendencia intencional". No obstante esto, Stern se niega a trazar la historia genética de esa tendencia. Para él, no evoluciona a partir de la dirección afectiva hacia el objeto del acto señalizador (gesto o primeras palabras) aparece fuera de aquí y explica el surgimiento del significado.
El mismo enfoque antigenético caracteriza el planteo que efectúa Stern de todos los otros problemas fundamentales tratados en este libro medular, tales como el desarrollo de los conceptos y las etapas principales del desarrollo del pensamiento y el lenguaje, y como no podía ser de otro modo, el enfoque del sistema desarrollado por Stern es una consecuencia directa de las premisas filosóficas del personalismo. Su obra trata de elevarse sobre las posiciones extremas, tanto del empirismo como del innatismo. Por un lado opone su propio punto de vista sobre el desarrollo del lenguaje al de Wundt, quien ve el habla infantil como un producto del medio circundante, mientras que la participación del niño es esencialmente pasiva, y por otra parte al de aquellos psicólogos para quienes el lenguaje primario (las onomatopeyas y la denominada conversación de "nursery") es la invención de incontables generaciones de niños. Stern trata de no descuidar la parte que juega la imitación en el desarrollo del lenguaje, o el papel de la actividad espontánea del niño, aplicando a estos puntos su concepto de "convergencia": la conquista del lenguaje por el niño ocurre a través de una interacción constante de las disposiciones internas que impulsan al niño a hablar, y las condiciones externas, por ejemplo, el lenguaje de la gente que se encuentra a su alrededor, las que proveen tanto estimulación como material para la realización de estas disposiciones.
La convergencia, para Stern, es un principio general aplicado a la explicación de todo el comportamiento humano. Realmente éste es un ejemplo más de lo que podríamos decir, citando a Goethe: "Las palabras de la ciencia ocultan su sustancia". El sonoro vocablo convergencia, que denota aquí un principio metodológico perfectamente inexpugnable (ese desarrollo podría ser estudiado como un proceso determinado por la interacción del organismo y su medio circundante), de hecho releva al autor de la tarea de analizar los factores medioambientales y sociales en el desarrollo del lenguaje. Stern afirma bastante enfáticamente en verdad, que el medio ambiente social constituye un factor fundamental en el desarrollo del lenguaje, pero en realidad limita su papel a influir en la aceleración o retardo del desarrollo, que obedece a sus propias leyes inmanentes. Como hemos tratado de demostrar al usar los ejemplos de su explicación del modo en que el significado surge en el lenguaje, Stern exagera el valor del papel de los factores orgánicos internos.
Esta parcialidad es un resultado directo del marco referencial personalista. Para él la "persona" es una entidad psicofísicamente neutral que "a pesar de la multiplicidad de sus funciones parciales, pone de manifiesto una actividad unitaria, dirigida hacia una meta". Esta concepción idealista, "monádica" de la persona individual conduce naturalmente a una teoría que ve el lenguaje como enraizado en una teleología personal -de ahí el intelectualismo y parcialidad antigenética del enfoque de Stern sobre los problemas del desarrollo lingüístico. Aplicado a un mecanismo eminentemente social de la conducta verbal, el personalismo de Stern, ignorando como lo hace el aspecto social de la personalidad, conduce a absurdos evidentes. Su concepción metafísica de la personalidad, que deriva todos los procesos de una teleología personal, trastoca las verdaderas relaciones genéticas entre la personalidad y el lenguaje: en lugar de un desarrollo histórico de la personalidad misma, en el cual el lenguaje juega un papel que está lejos de ser secundario, nos encontramos con una teoría metafísica en la cual la personalidad genera el lenguaje, apartándose de la dirección hacia la finalidad de su propia naturaleza esencial.

La adquisición del lenguaje según Piaget

“La adquisición del lenguaje según Jean Piaget”
Introducción
En este trabajo tengo como tema de estudio la adquisición del lenguaje según la teoría del psicólogo suizo Jean Piaget. Esta teoría cuenta con tres etapas: La sensorio-motriz (0-2), La de Operaciones concretas (2-11) y la etapa de Las Operaciones Formales (11 en adelante). Esta teoría en conjunto a otras le dan una gran connotación a Jean Piaget llegando a ser considerado el psicólogo más importante del siglo veinte en cuanto a Teoría del desarrollo del Pensamiento
A través de esta teoría se puede ver cómo se desarrolla una persona en desde sus primeros años de vida hasta lograr la madurez intelectual; esto mirado en el modo de pensar del niño en cuestión.
En este trabajo mi objetivo principal es conocer una de las tantas teorías de este gran psicólogo suizo como es Jean Piaget.
A raíz de este objetivo principal o general pretendo desarrollar un par de objetivos más específicos: 1- Explicar los postulados psicológicos del desarrollo en que se basa la teoría de Piaget, 2- Describir las Fases en que divide el desarrollo del pensamiento la teoría anteriormente señalada y su relación con la adquisición del lenguaje.
Desarrollo.
Para Jean Piaget, el desarrollo es un proceso inherente, inalterable y evolutivo; sin embargo, dentro de ese proceso sitúa una serie de fases y subfases diferenciadas. Cada fase refleja una gama de pautas de organización que se manifiestan en una secuencia definida dentro de un periodo de edad aproximado para cada etapa; cada etapa sugiere la capacidad potencial y el nivel de conducta probable.
Las seis generalizaciones siguientes resumen el concepto de desarrollo de Jean Piaget:
1.- Hay una continuidad absoluta de todos los procesos de desarrollo.
2.- El desarrollo responde a un proceso continuo de generación de habilidades y diferenciación de ellas.
3.-Esta continuidad se obtiene mediante un desenvolvimiento continuo. Cada nivel de desarrollo se basa en una fase anterior y se continúa en la siguiente.
4.- Cada fase implica una repetición de procesos del nivel anterior bajo una diferente forma de organización. Las pautas anteriores de conducta se convierten en parte del nuevo nivel superior.
5.- Las diferencias en la pauta de organización crean una jerarquía de experiencia y acciones.
6.-Los individuos alcanzan diferentes niveles dentro de la jerarquía de la fase, aunque en el cerebro de cada individuo existe la posibilidad de todos estos desarrollos.
Como ya se ha dicho, la teoría de Jean Piaget posee varias fases, las cuales son:
1.- La fase sensorio motriz
2.- El periodo de operaciones concretas
3.- El período de operaciones formales
La fase sensoriomotriz
La palabra sensoriomotriz describe eficazmente el primer periodo del continuo de desarrollo. esta fase abarca desde el nacimiento hasta más o menos los 24 meses, lapso durante el cual se entiende que el niño es un bebé, a causa de la dependencia de su cuerpo como medio de autoexpresión y comunicación, es decir aún no adquiere un lenguaje verbal. Según los términos desarrollados por Piaget, la palabra sensoriomotriz indica que “el niño crea un mundo práctico totalmente vinculado con sus deseos de satisfacción física en el ámbito de su experiencia sensorial inmediata.” las tareas fundamentales de desarrollo de este periodo son la coordinación de los actos o actividades motoras, y la percepción o sensopercepción en un todo.
El lenguaje en esta fase es de tipo corporal; es decir, el bebé se comunica a través de su cuerpo por medio de balbuceos, gestos, sonidos, etc.
El período de operaciones concretas
Este período se desarrolla entre los 2 y 11 años aprox. Y tiene distintas subfases.
· La fase preconceptual se desarrolla entre los 2 y los 4 años del niño. Este es un período de transición entre las pautas de la etapa de egoísmo y la conducta socializada. El niño está en permanente investigación. Aprende a utilizar símbolos para comunicarse consigo mismo y con otros. Aún no puede comprender el sistema más general de significados que posee el mundo adulto, así, aunque el niño y el adulto emplean más o menos el mismo lenguaje, no siempre poseen un marco común para comunicarse. En el lenguaje el niño es capaz de repetir palabras y asociarlas a objetos. El conocimiento del niño se limita solo a lo que percibe a través de sus sentidos. El niño desde su modo de pensar limitado deduce que todos piensan como él y que lo comprenden sin tener que esforzarse demasiado. En esta fase la asimilación se convierte en su tarea de mayor importancia, debido a que la asimilación de sus experiencias más recientes lo llevan a tener una visión más amplia del mundo en el cual le va a tocar vivir. El niño ocupa gran cantidad de su tiempo en el juego, en el cual afirma sus adquisiciones anteriores. En su juego pone énfasis en el cómo y en el porqué de las cosas.
· La fase del pensamiento intuitivo, se da entre los 4-5 ½ años. Aquí el niño aprende a representarse las cosas mentalmente, por lo que en su lenguaje ya puede utilizar conceptos imaginándoselos. El pensamiento en este etapa hace que al niño le sea difícil concebir dos ideas al mismo tiempo, no pueda ver el todo sino sólo las partes. En el lenguaje, el niño ya puede utilizar las palabras para reflexionar sobre los hechos.
· La fase operacional concreta, entre los 7 -11 años, es en la que el niño ya puede realizar operaciones mentales como clasificar conceptos. Su lenguaje se vuelve más completo. “Cuando el niño comienza a ser capaz de considerar distintos aspectos de un mismo problema, o desandar mentalmente los pasos andados, si no conducen a su resolución, sus procesos intelectuales rompen el círculo restrictivo del dogmatismo y la rigidez.”
El período de las Operaciones Formales
Este período se da desde los 11 años en adelante. En esta etapa se adquiere la lógica hipotético-deductiva y las operaciones combinatorias. En este período el lenguaje no tiene mayores diferencias sino que es el pensamiento el que cambia. Cuando una persona entra en esta etapa es capaz de; elaborar teorías e hipótesis para explicarse el mundo, enfocar sistemáticamente los problemas y tiene las capacidad para pensar y razonar fuera de los límites del propio mundo.
Conclusiones
Una de las conclusiones que pude sacar de este trabajo fue que el niño desarrolla su capacidad cognoscitiva y el lenguaje según la cantidad y calidad de estímulos que recibe del exterior en sus primeros años de vida. Este trabajo en lo personal me dejo conforme debido a que comprendí las incógnitas propuestas en los objetivos que me plantee en la introducción. Además de desarrollar estos objetivos se pueden estudiar, analizar y desarrollar múltiples aspectos de esta teoría pero esto ya no es de importancia voy a dar por terminado el trabajo de Jean Piaget.